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Autorretrato
Nací, hace ya más años de los que me avengo a recordar, en la Julia Gemella Acci romana, la Wadi Ash musulmana, la actual Guadix. En esa bonita ciudad troglodita y monumental transcurrió mi primera infancia. Después he vivido en Málaga y en Alicante, aunque los años que con mayor deleite amenizan mis recuerdos son los que pasé en Granada desempeñándome en el avatar de estudiante universitario. ¡Ah! Y para mayor verosimilitud hasta obtuve la licenciatura en Biología en mis ratos libres a pesar de que no eran demasiados, que la vida de estudiante en Granada era entonces tan intensa que apenas si dejaba tiempo para estudiar.
No dispongo de más capital que mi inteligencia ni más patrimonio que mis conocimientos, y de ellos he vivido. ¡Qué remedio! Durante treinta y cuatro años fui profesor en diversos institutos donde me apliqué a enseñar Biología y Geología con paciente perseverancia… y a veces hasta lo conseguí. Actualmente estoy felizmente jubilado.
Al igual que cualquier españolito de bien, desde muy joven aprendí a cultivar el arte de entretener la mejor parte de mi ocio socializando con amigos, colegas y parientes en locales hosteleros de proximidad: el bar de la esquina, la cafetería de al lado, la taberna de enfrente, la tasca de la plaza, la bodega del mercado, el mesón de Pepe… Allí, con una caña de cerveza en una mano y una tapita recién salida de cocina en la otra, arreglábamos el mundo hablando todos simultáneamente, que es como mejor nos entendemos los españoles, a la espera de que la ignífera fritura descendiera a temperatura de deglución o que el ritmo de la conversación nos dejara un resquicio para engullirla. Y, tras unas cuantas rondas, regresábamos a casa con la garganta maltrecha, pero con el cuerpo y el espíritu gratamente reconfortados.
Es esta una actividad consustancial con nuestra cultura mediterránea, que resulta espiritualmente relajante, físicamente gratificante y anímicamente catártica. Explica, además, por qué, a diferencia de los herejes estadounidenses, a los españoles no suele darnos por coger la boquinegra, llenar los bolsillos con cartuchos de posta gruesa y dedicarnos a despanzurrar criaturas inocentes hasta que la policía nos abata a tiros. Y mira tú que estímulos no faltan ¿eh?
Pero esa feliz y ancestral terapia tabernaria fue truncada por la crisis del 2008 —ya saben: ¿Crisis, qué crisis? — y por la infausta intendencia de unos gobernantes cada vez más ineptos, manirrotos, trincones, demagogos, manipuladores y falsarios que, forzoso es reconocerlo, si han llegado al poder y nos han empobrecido a base de impuestos confiscatorios ha sido gracias a nuestros votos.
El desconocimiento, la perplejidad, la incertidumbre creada por los avatares que zarandeaban la economía española mientras contemplábamos el hundimiento general de todo lo que sustentaba nuestras seguridades y nos permitía vivir plácidamente instalados en la confianza y el confort, alteró acremente nuestras vidas y nos obligó a renunciar a muchas cosas, tanto en el terreno anímico como en el material.
En esta nación moralmente desmoronada y económicamente abatida, lo que antaño fuera una vivificante satisfacción cotidiana, tomar unos vinos con los amigos, se convirtió, para los sufridos miembros de la maltrecha clase media, en un lujo ocasional cuando no esporádico. Y ahí arrancó mi afición a la escritura… ¡porque es un entretenimiento gratuito! Claro que, en el desarrollo de esta vocación, algo debió de influir también mi devoción por la lectura. Desde que tengo uso de razón, recuerdo haber vivido entre libros y lectores. Los libros formaron parte fundamental del paisaje hogareño de mi infancia, adolescencia y juventud, porque tanto mis padres como mis hermanos mayores entretenían buena parte de su tiempo libre con la lectura. Así, cuando yo di en imitarlos, no me faltó material con el que iniciarme. Y bien pronto comprendí que las librerías son las agencias de viaje de los pobres y los libros son los automóviles, trenes, barcos y aviones con los que viajar por el espacio y por el tiempo, con los que recorrer el mundo y la historia.
En el año 2010 vivía yo en La Carolina, población jienense en la que discurrieron treinta y un años de mi andadura vital y de mi desempeño profesional. Ese año, un grupo de compañeros del IES Martín Halaja rescatamos del olvido la antigua revista carolinense KM 268 que había publicado en papel once números durante los años ochenta del siglo XX. En esta ocasión la editamos en formato digital, y durante los años 2010 y 2011 publicamos tres números en los que colaboré con los correspondientes artículos en las secciones de historia, gastronomía y frases célebres. Aún puede encontrarse esta revista en la red, en la siguiente dirección: https://sites.google.com/a/km268.org/www/segunda-epoca
En noviembre del 2011, comencé a publicar un artículo mensual en la REVISTA DE LA CAROLINA de don Antonio Montes, con el que después entablé buena amistad. Por desgracia, falleció prematuramente víctima de una malhadada enfermedad, en la primavera del 2014, y con él desapareció su revista.
Conmovido por mi orfandad editorial, mi hijo Carlos me construyó un cuaderno digital (frquesada.com) en el que, desde entonces, escribo sobre lo que sé y sobre lo que no sé, pues, como afirma el aforismo, la ignorancia es muy osada. A día de hoy, llevo doscientos treinta artículos publicados. También he publicado los siguientes libros (por orden cronológico): ÁRBOLES Y ARBUSTOS DEL JARDÍN BOTÁNICO DEL I.E.S. MARTÍN HALAJA DE LA CAROLINA, del que soy coautor y que fue editado por la Caja Rural de Jaén en 2004; LA COCINA DE MI MADRE, escrito en 2012 y editado en 2021; LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO (2017) que resultó ganador de la competición Gourmand World Cookbook Awards 2017, libros en castellano, en la categoría Literatura Culinaria; VEINTICINCO EPISODIOS ASOMBROSOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA (2018); RECETAS DE COCINA DE MERCEDES HUERTAS VÍLCHEZ (2018); MIS RECETAS DE COCINA (2020); LA COCINA EN VERSO (2021) y REFLEXIONES DE UN PASEANTE (2022) en el que recopilo los artículos publicados en la REVISTA DE LA CAROLINA, que ya han desaparecido de la red.
Y en esas sigo y es mi intención seguir mientras el tiempo y la salud me lo permitan.
En Granada, mayo de 2023