11M04-003

Granada. Manifestación de duelo tras la masacre del 11M

Resulta inevitable comparar el reciente atentado en París con el perpetrado en Madrid el once de marzo del año 2004, jueves, y… ¡con razón dicen que las comparaciones son odiosas!

Los investigadores de la policía francesa se han puesto manos a la obra con prontitud y diligencia y, que sepamos, nadie con poder para hacerlo, está conspirando para que las investigaciones favorezcan a una determinada opción política. Nadie está destruyendo pruebas. Nadie está haciendo desaparecer evidencias. Nadie está colocando pruebas falsas en el escenario del crimen… Y, en otro orden de cosas, nadie está difamando ni denigrando al Ejecutivo. Muy al contrario, todos los representantes políticos de la ciudadanía han hecho piña con su Gobierno y con su Jefatura del Estado. ¡Ah! Y Marsellesa, mucha Marsellesa, una auténtica empachera de Marsellesa.

¡Qué fácil es ser patriota en Francia y qué difícil en España!

Recuerdo que al día siguiente de nuestra terrible masacre, el viernes11M04-004 doce de marzo del 2004, asistí en Granada a una multitudinaria manifestación de repulsa por el atentado y condolencia por las víctimas, 193 muertos y 1858 heridos, no lo olvidemos. Todo transcurría con la lógica circunspección, pesadumbre y recogimiento, cuando en la Gran Vía, frente a la subdelegación del Gobierno y muy cerca de donde yo estaba, un nutrido grupo de jóvenes se puso a corear: “Es-tonos-pasa-porun-gobier-nofacha”. Así de bien. Con su tono, su ritmo y su compás. Como si hubieran ensayado durante horas.

La oleada de indignación, de rabia y de asco que invadió a los manifestantes que, como yo, estaban allí para intentar aliviar su dolor individual, diluyéndolo en el sentimiento colectivo, fue casi tangible. Alguno hubo, muy pocos en verdad, que no pudiendo o no queriendo contener su furia, prorrumpieron en gritos contra aquellos malnacidos que acababan de envilecer el sentido de la manifestación y de denigrar los sentimientos de la mayoría. Y solo con la mezquina finalidad de hacer propaganda de la opción política de su preferencia para las inminentes elecciones generales.

¡Qué lástima que no hubiéramos tenido a flor de boca una Marsellesa con la que callarlos!


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