Cuando hace poco más de dos siglos el ejército francés campaba por España a degüello, masacrando población civil inocente cual si de asesinos en serie con toda la cuerda dada se tratara, a los españoles nos llamaban de forma genérica y despectiva “los Manolos”. Por aquellos entonces, sus peores pesadillas siempre estaban protagonizadas por un Manolo provisto de una navaja albaceteña de cuarta y mitad.
¿Quién les iba a decir a aquellos manolofóbicos manolocidas que, andando el tiempo, el máximo mandatario de su nación iba a ser un español llamado Manolo? Y es que cuando la providencia se pone a tirar de sarcasmo…