
Un tipo particular de tontíbero es el mexicano que proclama que la actual pobreza y subdesarrollo de su patria es consecuencia del expolio que se produjo durante la colonización española.
Ese pinche tontíbero “olvida” que México nunca fue una colonia, formó parte del virreinato de Nueva España; y, en todo caso, hace ya más de dos siglos que es una nación independiente… bueno, en la medida que Estados Unidos se lo permite, claro[1]. Y hablando de conquistas y expolios, también “olvida” que las pruebas de las colosales rapiñas llevadas a cabo por Inglaterra, Francia o Bélgica durante sus conquistas están en sus museos, a los que hay que ir para ver los tesoros arqueológicos y artísticos de Egipto, Grecia, la India, África… En cambio, el único museo de América que hay en España se hizo en el siglo XX y ni uno solo de sus objetos es producto del robo o el expolio.
Afirma que España exterminó a la población indígena, pero “olvida” que, actualmente, indios y mestizos representan alrededor del 40% de la población total mexicana[2]… ¡Qué genocidio tan raro! ¿no? O los conquistadores fueron torpes de narices o de genocidio, nada. Pero nada de nada[3].
Afirma que España les robó el oro, pero “olvida” que, actualmente, en solo dos años se extrae en México más oro que todo el que se extrajo durante los tres siglos de virreinato[4]. Algo similar puede decirse de la plata. Actualmente México sigue siendo el primer productor mundial de este metal, pero su minería está en manos de transnacionales con sede social en Canadá, que pagan a México el 1,18% de lo que obtienen[5]. También “olvida” que, de todo el oro y la plata extraídos durante la época virreinal, solamente el 20% —el quinto real— viajó a la Península; el 80% restante se quedó en Nueva España y pagó las ciudades[6], puertos, astilleros, iglesias, palacios, universidades, la impresionante red de caminos reales, las escuelas y hospitales gratuitos para toda la población, etc.
Y, sobre todo, “olvida” que el verdadero robo lo llevó a cabo Estados Unidos que, después de una injustificable guerra de agresión e invasión, en el tratado de paz de Guadalupe Hidalgo arrebató al recién nacido México el 60% del territorio que había heredado de España. México, que entonces era una nación más rica, más desarrollada y más civilizada que su vecino del norte, se dejó derrotar y robar los actuales estados de California, Texas, Nevada, Utah, Nuevo México, la mayor parte de Arizona y Colorado, y partes de Oklahoma, Kansas y Wyoming. Dos millones setecientos mil kilómetros cuadrados, cinco veces y media España. Nada, una minucia que el pinche tontíbero “olvida” mencionar. Y téngase en cuenta que, entonces, Estados Unidos distaba mucho de ser el formidable enemigo que es ahora. Su transformación en la gran potencia económica, industrial y militar que sigue siendo a día de hoy, se debió fundamentalmente a tres factores, todos ellos posteriores a la guerra con México y consecuencia de ella: el oro de California que lo convirtió en el primer productor de oro del mundo, el petróleo de Texas que lo convirtió en el mayor productor de petróleo del mundo, y el gran acierto de usar la enorme riqueza que le proporcionaron ambos oros robados a los mexicanos, el amarillo y el negro, para financiar la construcción del ferrocarril transcontinental y el portentoso desarrollo industrial que colocó a ese nuevo Estados Unidos a la cabeza del mundo. Es en las consecuencias de esa guerra y del tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848[7] donde está el origen de las desgracias y el subdesarrollo de los mexicanos. Y para ir abriendo boca en materia de desgracias, en todos los territorios arrebatados a México, lo primero que hicieron los estadounidenses fue exterminar a los indios de forma sistemática e institucional. Eso sí que fue un genocidio de Estado: solo en California, en veinticinco años, redujeron la población de indios de ciento cincuenta mil a menos de treinta mil. Y los criollos y mestizos mexicanos no salieron mejor parados. Según nos cuenta Ken Gonzales-Day en su notable obra de investigación LYNCHING IN THE WEST: 1850-1853[8], cuando los colonos anglosajones ocuparon las nuevas tierras, pusieron en marcha una campaña intensiva y generalizada de linchamientos para expulsar a la población mexicana por medio del terror. Cualquier acusación era buena para ahorcar mexicanos. Así, se realizaron linchamientos por motivos tan arbitrarios como “mirar a una mujer blanca de forma poco adecuada”, “hablar español demasiado fuerte”, “quitar el trabajo a un anglosajón”, “actuar de forma arrogante”, “practicar brujería”, en el caso de las mujeres “resistirse a los apetitos de un hombre blanco”, etc. Tras asesinarlos por ahorcamiento, sus cuerpos eran mutilados, quemados y exhibidos en público para que los demás mexicanos tomaran buena nota de lo que les esperaba si no abandonaban sus hogares y se iban al otro lado de la nueva frontera, el Río Bravo. En su obra, el fotógrafo y escritor Gonzales-Day documenta trescientos cincuenta casos de linchamientos que ocurrieron solo en el estado de California entre 1850 y 1935. La mayoría de ellos perpetrados contra hispanos, aunque también hay algunos casos de indios y asiáticos.
Pero nada de esto inmuta al buen tontíbero. Para él, ya sea mexicano o español, la culpa de la actual pobreza, atraso, corrupción, delincuencia… que padecen los mexicanos la tiene España. Y punto.
También los tontíberos peruanos se han inventado una patraña pseudohistórica en la que la nación peruana, que es un invento del siglo XIX, existía ya antes de la llegada de los españoles, y los pueblos indios que habitaban el territorio eran ya ciudadanos peruanos de esa ficción que ahora llaman “Perú antiguo”. En palabras de Marcelo Gullo Omodeo[9], una ficción según la cual: …en Perú, antes de que llegara el cruel Pizarro, había un paraíso comunista donde todos los pueblos sometidos por los incas comían, bebían y danzaban alegremente.
Lo cierto es que esos pueblos no tenían en común ni lengua ni costumbres ni tradiciones ni, mucho menos, la conciencia de pertenecer a un Perú antiguo. Lo único que compartían era el odio hacia sus opresores incas que los sometían a trabajos forzados, controlaban su vida privada hasta en los más mínimos detalles, los trataban con despótica crueldad, les infligían durísimos castigos[10] y les arrebataban a sus hijos pequeños para sacrificarlos arrojándolos desde la cima de los volcanes o enterrándolos vivos[11]. Y estos datos, que son cuidadosamente ocultados por la historia oficial, explican perfectamente que a Pizarro y su puñado de españoles se unieran miles de indios para luchar contra el brutal dominio de los incas.
Resulta curioso que, como resultado de las falsedades que estudian desde la escuela hasta la universidad, muchos peruanos se identifiquen con los incas cuando lo cierto es que la mayor parte son descendientes de pueblos que fueron sojuzgados por ellos. Algo similar a lo que ocurre con los mexicanos, que se identifican con los aztecas sea cual sea su verdadero origen.
[1] Alfredo Jalife-Rahme Barrios (1948), médico, geopolítico y catedrático mexicano, afirma que: el mismo Estados Unidos ha publicado que tres presidentes, que nunca hubiéramos imaginado, fueron agentes de la CIA: López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría. Los tres fueron fervientes defensores y propagandistas de la leyenda negra y los tres se afanaron en sembrar en México el odio a España. A finales de 2017, fueron desclasificados más de dos mil documentos sobre la muerte de Kennedy que revelaron la colaboración de Adolfo López Mateos (presidente de México de 1958 a 1964) con Winston Scott, principal operador de la CIA en México.
[2] En EE. UU. los indios y mestizos apenas representan el 1% de la población total.
[3] Según el historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui, en 1810, cuando comenzó en Nueva España la guerra civil, de los seis millones de habitantes del virreinato, cuatro millones eran indígenas y dos millones eran mestizos, criollos y, muy poquitos, españoles peninsulares.
[4] Daro tomado del informe LAS ACTIVIDADES EXTRACTIVAS EN MÉXICO, publicado por la organización «Fundar, Centro de Análisis e Investigación, Anuario 2018»: fundar.org.mx/publicaciones/actividades-extractivas-en-mexico-anuario-2018/
[5] Revista CONTRALÍNEA, 17-10-2023: contralinea.com.mx/portada/mineras-pagan-a-mexico-1-por-ciento-de-lo-que-extraen/
[6] Felipe Fernández-Armesto, historiador: Los españoles fundaban ciudades y los ingleses, clubes privados. Francis Wyatt, primer gobernador de Virginia: Nuestra primera tarea es expulsar a los salvajes.
[7] Su nombre oficial fue Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América.
[8] Ken Gonzales-Day, LYNCHING IN THE WEST: 1850-1853, Duke University Press, 2006. Hasta esta obra, los únicos linchamientos investigados y publicados eran los sufridos por los negros en los estados del sur.
[9] Marcelo Gullo Omodeo, LA LEYENDA NEGRA ANTIESPAÑOLA QUE INVENTARON LOS…, artículo publicado en La Razón 25, Cultura, el 05-10-2021.
[10] El Inca Garcilaso de la Vega relata que funcionarios incas recorrían las poblaciones sometidas casa por casa, y castigaban duramente al que sorprendían descansando. Mirar al Inca a los ojos estaba castigado con pena de muerte.
[11] Marcelo Gullo Omodeo, en NADA POR LO QUE PEDIR PERDÓN (editorial Planeta S. A., Espasa, Barcelona 2022, p. 42), cuenta que, cuando murió el emperador Pachacútec, lo enterraron junto a mil niños de entre cuatro y cinco años.