Torcidos

Alegoría de los surcos torcidos que dieron origen al término prevaricar

Según el DRAE, prevaricación es un término jurídico que se define como: Delito consistente en que una autoridad, un juez o un funcionario dicte a sabiendas una resolución injusta.

España es pródiga en ejemplos de prevaricaciones y de prevaricadores. Sin ir más lejos, las autoridades universitarias que otorgan títulos académicos -másteres y doctorados, por ejemplo- a candidatos que no han cumplido los requisitos exigidos para su obtención.

Sí, en efecto, quien comete delito de prevaricación es el que concede el título, no el que lo recibe. A no ser, claro está, que concurran en el receptor circunstancias de cohecho, coacción u otras que, en todo caso, habrán de ser probadas. No obstante, la presión mediática y la opinión pública manipulada por ella, está forzando la dimisión de políticos a los que no se les ha demostrado ningún delito, solo por ser beneficiarios de un acto de prevaricación. Al mismo tiempo, los verdaderos delincuentes, los prevaricadores, no son criticados por nadie ni, que yo sepa, perseguidos por la justicia. Y no será porque el delito no esté claramente recogido por la Ley. El Artículo 404 del Código Penal vigente desde el uno de julio de 2015, dice literalmente: A la autoridad o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare una resolución arbitraria en un asunto administrativo se le castigará con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público y para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo por tiempo de nueve a quince años.

Sin embargo, lo que a mí me interesa ahora no son las incongruencias de nuestros logsificados periodistas ni la ovina docilidad intelectual de unos españoles a los que habría que impartir cursillos de criterio y discernimiento antes de darles carné de votante. Lo que me interesa es el curioso origen de la palabra prevaricar, y ese origen hay que buscarlo… en el latín, naturalmente.

Prevaricar se originó a partir de la palabra varus, un adjetivo latino que significa patizambo, persona que tiene las piernas torcidas hacia adentro. A partir de varus se formó varicus, otro adjetivo que describía a las personas que caminan renqueando, es decir a trompicones, oscilando de un lado a otro y desviándose de la trayectoria rectilínea. A su vez, de varicus derivó el verbo praevaricari, torcerse al caminar. Este verbo también se aplicaba a la acción de torcerse el surco al arar, desviándose de la línea recta. Y ya estaba la palabra a punto de caramelo para que trascendiera su significado literal y entrara en el etéreo limbo de los significados figurados o metafóricos. Praevaricari, hacer los surcos torcidos, pasó a designar las actuaciones torticeras que se desvían de la rectitud moral, y con esta acepción ha llegado hasta nuestros días en la forma española de prevaricar e integrada en el léxico propio de la ciencia jurídica.


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