Amenazador nublado otoñal sobre el Mediterráneo en las costas de Málaga

Don Mariano Medina, llamaba a la corriente en chorro polar “el mandamás” del tiempo en la península ibérica. El célebre meteorólogo la definió como: un velocísimo río de viento que rodea la Tierra como una serpiente que se muerde la cola, en altitudes cercanas a la tropopausa, en sentido oeste-este.

De las cuatro corrientes en chorro, la que condiciona la climatología española es la polar

Esta corriente de aire frío procedente del polo norte, tiene seis kilómetros de espesor y doscientos de anchura, siendo su banda norte más fría que la sur. Circula de oeste a este a grandes velocidades que, en ocasiones, alcanzan los trescientos cincuenta kilómetros por hora, y a una altura media de nueve kilómetros, aunque puede oscilar entre los siete y los dieciséis. Tiene fases en las que circula de forma lineal, alternando con otras en las que forma ondulaciones progresivamente más pronunciadas que pueden llegar a estrangularse cerrándose sobre sí mismas y quedando aisladas del chorro principal.

Aunque en la Tierra hay cuatro corrientes en chorro, dos en cada hemisferio, ésta es la que determina el tiempo atmosférico en la península ibérica. En invierno, es la responsable de los sucesivos frentes fríos que penetran por Galicia y barren la península de oeste a este, dejando a su paso un reguero de precipitaciones. En verano, su trayectoria se desplaza a latitudes más boreales que dejan a España fuera de su campo de actuación y bajo el influjo del anticiclón de las Azores que durante el estío aumenta de tamaño. En otoño, vuelve a desplazarse hacia el sur y vuelve a traernos lluvias… y las temibles gotas frías.

Gota fría es un término coloquial que se refiere a una situación meteorológica típica del otoño en las costas mediterráneas españolas. Normalmente va asociada a lluvias torrenciales que, con frecuencia, tienen efectos catastróficos.

La expresión gota fría fue acuñada por la escuela alemana de meteorología en 1886 (kaltlufttropfen). Los avances en los métodos de observación meteorológica demostraron que la definición inicial era imprecisa y confusa, por lo que cayó en desuso salvo en su país de origen y en España, donde desde la Guerra Civil, la escuela alemana tuvo mucha influencia en el antiguo Servicio Meteorológico Nacional. Los medios de comunicación popularizaron la expresión, especialmente a raíz de las terribles inundaciones de Valencia y Alicante el veinte de octubre de 1982, cuando cayeron más de mil litros por metro cuadrado, se rompió la presa de Tous y la catástrofe dejó un rastro de devastación y cuarenta cadáveres a su paso.

Así pues, aunque nos hayamos acostumbrado a llamarlo gota fría, el fenómeno que ocurre en nuestras costas mediterráneas es lo que, desde mediados de los ochenta, el Instituto Nacional de Meteorología definió como DANA: Depresión Aislada en Niveles Altos. En el ámbito anglosajón y desde mediados del siglo pasado, se viene denominando cut-off low (corte bajo o depresión baja) que es más inconcreto y ambigüo.

Este fenómeno se caracteriza porque una gran masa de aire frío se desprende de la corriente principal y queda aislada y suspendida en altura. Esta masa o “gota” gigantesca de aire frío, se desplaza independientemente del chorro que la generó, y debido a su baja temperatura y elevada densidad, tiende a descender hasta llegar a la superficie.

El mismo fenómeno puede producirse a partir de la corriente en chorro subtropical, pero es mucho menos frecuente que afecte a la península ibérica y Baleares.

Una DANA no siempre origina lluvias, pero en septiembre y octubre, el agua del Mediterráneo está caldeada por la insolación de todo el verano y se evapora intensamente. Si una “gota” de aire frío desprendida de la corriente en chorro polar, al descender queda envuelta por esta masa ascendente de aire cálido y muy húmedo, en la zona de contacto se produce una condensación brusca e intensísima, originando densos y oscuros nubarrones de desarrollo vertical que producen precipitaciones apocalípticas acompañadas de espectacular aparato eléctrico debido a la electricidad estática que se genera.

Esquematización de la génesis de una DANA en cuatro fases

¿Está afectando el calentamiento global a la intensidad y frecuencia de las DANA? Pues obviamente la respuesta es sí.

Por un lado, la temperatura media del agua del Mediterráneo ha aumentado un grado y medio en las últimas décadas. Esto incrementa la evaporación y hace que las masas de aire que se elevan sean más cálidas y húmedas. En otoño, cuando envuelven a las bolsas de aire frío desprendidas de la corriente en chorro polar, la condensación es aún más brusca e intensa y las lluvias más torrenciales.

Por otro lado, las corrientes en chorro circulan a mayor velocidad y con una trayectoria más rectilínea en invierno, y más lentas y ondulantes en verano. El calentamiento global está modificando estos patrones y eso tiene su reflejo en la climatología. Concretamente, en las distintas zonas del planeta donde había olas de calor, sequías o inundaciones, estos fenómenos se están intensificando y prolongando; y además, están apareciendo donde antaño no los había. Según diversos estudios, desde la revolución industrial hasta hoy, la velocidad media de la corriente en chorro polar se ha reducido en un setenta por ciento, lo cual afecta a la climatología de las latitudes medias del hemisferio norte, donde se encuentra España.

Nosotros sabremos lo que hacemos… o no.


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