Batalla Barcelona

1714: La batalla de Barcelona

Hace tres siglos se libró en suelo español una guerra europea tan estúpida e innecesaria como todas, pero más. En ella participaron tropas de Inglaterra, Francia, Alemania, Austria, Italia, Portugal, Holanda y, por supuesto, España. Con ella, los Habsburgo se despidieron de la corona española fieles a su estilo, es decir, causándonos muerte, destrucción y ruina.

Carlos II el Hechizado había muerto sin sucesión y su corona fue pretendida por dos de sus primos, ambos segundones y, en consecuencia, de testa destocada; un Habsburgo que, de triunfar, habría reinado como Carlos III, y un Borbón que, vencedor, reinó como Felipe V.

Por supuesto, entre los españoles hubo división de opiniones, de otro modo no hubieran sido españoles. Unos se pusieron de parte del francés y otros del austríaco. Entre estos últimos estuvieron los catalanes de aquellos inicios del siglo XVIII que, ellos sabrían por qué, estaban convencidos de que lo mejor que podía sucederle a España y a los españoles, era que la corona del reino ciñera las sienes del Habsburgo. Tan seguros estaban y tanto les importaba la cuestión, que “…tots com verdaders fills de la patria, amants de la llibertat…” se jugaron el todo por el todo en el envite, «…á fí de derramar gloriosament sa sanch i vida per son rey, per son honor, per la patria i per la llibertat de tota Espanya…» (Pregó de l’11 de setembre de 1714 de part dels tres Excms. Comuns). Por España, por su rey y por la libertad, lucharon como indomables y murieron como héroes.

Resulta una desgarradora y fraudulenta burla a la historia, amén de una tomadura de pelo al personal, que los actuales independentistas catalanes, fundamenten la justificación histórica de su movimiento en aquellos acontecimientos y en aquellos protagonistas que perdieron la vida por conseguir lo que estimaban mejor para el reino de España.

Pero aún más extravagante resulta que hayan elegido como héroe y portaestandarte de su independentismo a un personaje con esta biografía:

En la madrugada del 11 de septiembre de 1714, las tropas del rey Felipe V penetraron en Barcelona y procedieron a conquistarla, cosa que tuvieron que hacer plaza por plaza y calle por calle. Para que luego digan algunos que aquellos barceloneses no eran españoles. Rafael Casanova i Comes, que así se llamaba el personaje y que a la sazón era la máxima autoridad política y militar de Cataluña, recibió una herida de bala en un muslo, que le hizo ver la luz. Inmediatamente destruyó los documentos comprometedores para él, buscó un médico que le firmara un certificado de defunción falso con el que hacerse pasar por difunto, se disfrazó de fraile e hizo mutis por el foro, “resucitando” en San Baudilio de Llobregat, en la casa de su hijo. A la hora del crepúsculo, Barcelona se rindió por fin y, al día siguiente, fueron otros los consejeros que negociaron la capitulación. En 1719, Casanova obtuvo el perdón real y la restitución de sus bienes, se trasladó nuevamente a Barcelona y vivió del ejercicio de la abogacía, como un buen y leal súbdito de su borbónica Majestad, hasta la edad de 83 años.

De este personaje se pueden decir muchas cosas buenas, malas y regulares, pero héroe, héroe, lo que se dice héroe… y lo de que abanderó la lucha de Cataluña por su independencia…

En fin ¡cuántas manipulaciones, patrañas, falsías, demagogias y mamarrachadas dejarían de prosperar si los españoles conociéramos un poquito mejor nuestra propia historia!


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