Vegetales humanos
Pinturas de Giuseppe Arcimboldo: Primavera y Verano

La dieta vegetariana, impuesta por la escasez y la necesidad acompañó a nuestros antepasados desde los inicios de su viaje evolutivo hace unos cinco millones de años. Los primeros homínidos, descendientes de primates frugívoros, se adaptaron a comer carroña para sobrevivir en las sabanas que sustituyeron a los frondosos bosques repletos de sabrosos frutos. De vez en cuando, la suerte les deparaba unos pitracos putrefactos abandonados por algún depredador y lograban disputárselos con éxito a los otros carroñeros, pero eso no ocurría todos los días. Normalmente, tenían que conformarse con raíces, cortezas y hojas tiernas. Muy a su pesar, eran veganos y crudívoros. Andando el tiempo, sus descendientes se convertirían en terribles depredadores… pero siempre hubo excepciones. La dieta vegetariana, libre y voluntariamente abrazada, es tan antigua como las primeras civilizaciones.

Cuenta la tradición que el precursor del vegetarianismo autoimpuesto fue el filósofo griego Pitágoras. El sabio de Samos, alrededor de quinientos años antes de Cristo, fundó en Cretona una escuela filosófico religiosa cuyos discípulos seguían las estrictas normas de vida predicadas por el maestro, y una de ellas era eliminar la carne de su dieta. Por tal motivo, hasta mediado el siglo XIX, los vegetarianos fueron llamados pitagóricos. La Sociedad Vegetariana del Reino Unido (Vegetarian Society of United Kingdom) fue la primera que utilizó la denominación “vegetariano” en 1847. Sin embargo, Pitágoras no fue ni el único ni el primero. En la antigüedad hubo importantes personajes que decidieron excluir las carnes de su alimentación, como el profeta Daniel (siglo VII a.C.), Zaratustra (siglo VI a.C.) o Buda (siglo VI a.C.).

La abstención de comer carne obedeció a motivos religiosos hasta finales del siglo XIX, cuando optar por la alimentación vegetariana en cualquiera de sus variantes se asoció con la ideología socialista y con la escenificación de esa militancia ideológica en el modo de vida. No fue hasta los años ochenta del siglo XX cuando comenzó a prosperar la idea de que, al menos formalmente, los vegetarianos adoptan esa dieta por considerarla más beneficiosa para la salud que la dieta omnívora, aunque tampoco faltan los que aducen razones éticas como la preservación del medio ambiente o la defensa de los derechos de los animales.

Esta deriva del paradigma religioso hacia el ideológico como argumentario del vegetarianismo se produjo en las postrimerías del siglo XIX por razones que tienen una explicación… histórica, por supuesto.

El cuatro de enero de 1884, Sidney Web y su esposa Beatrice fundaron en Londres la Sociedad Fabiana que, andando el tiempo, constituyó el núcleo sobre el que se fundó el Partido Laborista británico. El objetivo de los fabianos era el mismo que el de los marxistas: abolir la propiedad privada de los medios de producción y sustituirla por la propiedad colectiva. De ese modo pensaban acabar con el capitalismo, eliminar las clases sociales y superar así la lucha de clases como motor de la Historia. La diferencia era que Karl Marx predicaba la renovación social por medio de la revolución violenta, mientras que los fabianos, haciendo gala de un pragmatismo muy británico, defendían que un proceso de ingeniería social en materia educativa y legislativa llevaría a la implantación del socialismo por medio del sufragio universal. En consecuencia, proponían conservar e infiltrar las instituciones democráticas para encauzar su evolución progresiva. Así, mediante una discreta labor de adoctrinamiento y la suma de pequeñas reformas aplicadas gradualmente y de forma no traumática, irían transformando la sociedad hasta amoldarla a los principios de la ideología socialista. Una especie de guerrilla social para la que consideraban de capital importancia la actuación desde los ayuntamientos.

Precisamente, fue esa estrategia guerrillera y gradual la que sugirió a sus fundadores el nombre de Sociedad Fabiana en homenaje al general romano Quinto Fabio Máximo. Fabio, denominado por sus coetáneos Cunctator (el que retrasa), tras las derrotas sufridas contra Aníbal y oponiéndose a la opinión general, impuso el criterio de retrasar un nuevo enfrentamiento directo en campo abierto. En su lugar utilizó tácticas de hostigamiento y guerrilla para ir desgastando al ejército del general cartaginés por medio de emboscadas, asaltos a los aprovisionamientos, etc. Así dilató el momento de la batalla campal hasta que las condiciones le fueron favorables.

A la Sociedad Fabiana pertenecieron personajes destacados en el Reino Unido de la época, como el alto funcionario Sydney Olivier, el escritor H. G. Wells, el profesor universitario Graham Wallas, la dirigente del movimiento sufragista Emmeline Pankhurst, la anarquista y editora del periódico “Freedom” Chrarlotte Wilson, la escritora ocultista y presidenta de la Sociedad Teosófica Annie Besant y el afamado autor teatral George Bernard Shaw. Este último fue pacifista, defensor de los animales, feminista y vegetariano estricto durante sesenta y nueve de sus noventa y cuatro años de vida: Un hombre de mi intensidad intelectual no come cadáveres. Decididamente, entre sus virtudes intelectuales y morales no se contaba la modestia.

Bernard Shaw fue autor del programa de la Sociedad Fabiana: FABIAN ESSAYS IN SOCIALISM (1889), y uno de sus miembros más activos. Con sus exitosas obras de teatro intentó cambiar las costumbres de la sociedad victoriana. Al mismo tiempo, durante sus seis años como asesor del Ayuntamiento de Londres, introdujo cambios sociales en las políticas municipales. Además, dio numerosas conferencias y escribió gran cantidad de folletos defendiendo su visión del capitalismo como un sistema injusto, ineficiente y anárquico, mientras que la sociedad futura, libre de la maldición del mercado y del azote de la propiedad privada, estaría caracterizada por el orden, la eficacia, la justicia y la cultura. Todo ello gracias a la aplicación de los principios socialistas, entre los que jugaba su papel ético, virtuoso y salutífero el vegetarianismo militante.

En conclusión, no es casualidad que la ideología, la ética y la estética de los actuales humanos con hábitos fitófagos se sitúe en algún punto del espectro progresista-antisistema. Es la manifestación actual de una tradición decimonónica que ha llegado hasta nuestros días sin tener conciencia histórica de sí misma, como les ocurre a todas las tradiciones.

Y para terminar, una receta hecha exclusivamente con verduras:

Pisto de calabaza.-

Se prepara tomate frito y se le añaden pimientos asados cortados a tiras.

Aparte se trocean y se fríen juntos calabaza y pimientos verdes limpios de pepitas.

Por otro lado se cortan patatas y cebollas como para tortilla y se ponen a freír aparte.Cuando las tres preparaciones estén en su punto, se ponen en la misma cacerola, se rectifican de sal y se le da un corto hervor a todo junto.


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